miércoles, 21 de diciembre de 2011

El placer del Champagne; 3º parte y última

El champagne es especial, pero para que se ajuste a nuestras expectativas, debemos tratarlo también de manera especial. Y el cuidado necesario empieza por la compra. En principio, el champagne es adecuado para todas las ocasiones y platos, pero en la variedad correcta.
Para empezar, hay que tener presente que ningún otro vino ofrece una gama tan amplia, adecuada para todas las ocasiones. Cada productor puede personalizar sus cuvées mezclando variedades de uva y vinos de diferentes zonas y edades, y precisando su propia dosis. Así pues, hay champagnes claros y espesos, afrutados y aromáticos, frescos y maduros, dulces y muy secos, jóvenes y desarrollados. Y evidentemente, buenos y malos, refinados y banales, armónicos y robustos, caros y baratos. Y es en la variedad más apreciada, el brut sin cosecha, donde existen las mayores diferencias entre viticultores o cavas. Entonces hay que recurrir al consejo de un sumiller, de un comerciante especializado, de un vendedor experto, de una buena guía… o a la propia experiencia.
El champagne constituye un aperitivo fantástico cuando es burbujeante, fresco y seco, como es el caso de muchos brut sin cosecha y jóvenes blancs de blancs. Los últimos combinan muy bien con ostras y mariscos. Para el caviar y bogavante se recomienta un brut algo más fuerte. El acompañamiento ideal para el pescado es un blanc de blancs o un brut. Pero cuando la salsa, el sabor y la consistencia del plato es más fuerte, el champagne debe tener más estructura y complejidad: vinos de cosecha o rosados. Los cuvées de prestigio requieren platos similares. Con el queso, es más indicado champagne seco y fuerte, mientras que con los postres se recomienda un semi seco.
Cuando se ha elegido el champagne indicado, debe servirse adecuadamente. La temperatura óptima oscila entre los 6 y los 9 grados y debería alcanzarse de forma gradual. Para ello es mejor situar la botella en una cubitera con hielo y agua, donde debe permanecer una vez abierta. No sirva nunca el champagne en copas bajas, ya que pierde buqué y burbujas. Sírvalo en copas de cristal claro, en forma de tulipán estilizado y con un pie lo suficientemente alto como para que la temperatura corporal que pasa a través de la mano no ascienda y perjudique la del champagne.

2 comentarios:

  1. Hola Carloss!!! El champagne está muy ricoo!! :)
    Firmado:"Las mejores". JIJIJI

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  2. Sin ser un experto en cuestiones vinícolas, considero que el champagne está sobrevalorado, no solo en este país, sino a nivel mundial. Hay que reconocer que para cuestión de marketing los franceses son únicos. En España tenemos la mala (al menos para mí) costumbre de compararlo con el cava, que lo único que tienen en común, que los dos son blancos y espumosos.
    Cuando hablamos de vinos tendemos a valorar primando la comparativa entre vinos de distintas regiones, y por supuesto sin tener en consideración el tipo de uva que lleva, porcentaje, etc.. Cuando comemos una tortilla de patata y otra de bonito, no comparamos, y eso que la base fundamental es el huevo. No se si es muy acertado el ejemplo pero lo importante en los vinos es si gusta o no, el resto es parafernalia. Algún día contaré una anécdota curiosa que tuvimos en un restaurante de Donosti sobre degustaciones de vinos. Un saludo

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