viernes, 30 de septiembre de 2011

Historias truculentas de la historia de Francia: Bertrand du Guesclin



Dice el refrán que de bien nacidos es ser agradecidos y es lo que debió pensar el rey Carlos V de Francia cuando decidió que su fiel caballero Du Guesclin reposara, como su perro fiel, a sus pies en la magnífica tumba que se estaba construyendo en Saint Denis. Le concedió un honor que podríamos considerar regio, descansar en la abadía junto al resto de monarcas que ya la habitaban en el siglo XIV. Pero seguramente el bueno de Du Guesclin hubiera preferido descansar, tal y como pidió, en su Dinan natal, en Bretaña. Así contado parece una cuestión de preferencias, pero la historia del pobre (por llamarlo de algún modo ya que debía ser una mala bestia), condestable bretón tiene mucha más madeja que desentrañar. Comencemos por contar quien era este buen hombre.
Bertrand du Guesclin nació en 1320 y fue famoso en su tiempo como uno de los mejores condestables, algo así como un general a sueldo, de Francia. Otro de los rasgos de su fama fue su fealdad, tan destacable como su bravura hasta el punto de que su divisa era “Le courage donne ce que la beauté refuse”, el coraje, el valor, da lo que la belleza niega. Y el que quiera entender que entienda, pero no es descabellado pensar que quizá el condestable era parco en palabras con las doncellas.
Batalló a diestro y siniestro para todos los reyes que le quisieron contratar. Recordemos que en aquella época gran parte del territorio de Francia pertenecía al reino de Inglaterra y que el rey de Francia era más pobre que el duque de Bretaña y tenía en su reino menos tierras propias que el rey de Inglaterra. Du Guesclin se gano la confianza del nuevo rey Carlos V gracias a su valor desmedido que no temía a las heridas ni a ser hecho prisionero, como de hecho lo fue varias veces. Y varias veces el rey pago su rescate, es evidente que por su gran valía. Lo que es incomprensible (salvo que valiera más vivo que muerto), es el por qué sus enemigos no lo eliminaron la primera vez que lo cogieron prisionero. Guerreando nuestro hombre llega a los 60 años, que es una edad de respeto para un guerrero del año 1380, y como suele ocurrir, con la vejez llegó una gran decepción: Carlos V se apodera de la tierra natal de Du Guesclin, Bretaña y el condestable se niega a combatir a sus paisanos retirándose a Pontorson. Parecía haber desaparecido de la vida pública cuando se suma de nuevo a la guerra contra el inglés y reaparece en el  sitio de Châteauneuf-de-Randon donde tras larga batalla se hartó de beber agua fría y murió de un colapso pulmonar.
Se acabaron las penalidades para el condestable. ¡Ay!, no habían hecho más que empezar.  Tuvo la mala pata de morirse a mediados de julio en una época de fuertes calores y como había expresado su deseo de ser enterrado en Dinan, su cuerpo debía cruzar media Francia. Había que hacer algo con el cuerpo para que soportara tan largo viaje. Se les ocurrió marinar el cuerpo, según una rústica receta, unas horas en vinagre, y se pusieron en camino hacia el norte. Tras diez horas de viaje cuando llegaron a Le Puy se dieron cuenta de que a pesar del vinagre el condestable olía, y olía bastante mal. En Mans, a donde han llegado por el río, un oficial del rey llega con la orden de llevar el cuerpo a Saint Denis así que el cuerpo es entregado al emisario. Al día siguiente por la mañana constatan que no es posible continuar viaje en esas condiciones y son necesarios nuevos cuidados así que lo sacan de la caja, le abren el vientre en canal, sacan el corazón que es encerrado en una caja de plomo y emparedado en la capilla y las entrañas son enterradas en la iglesia de los Jacobinos. Para terminar embalsaman el cuerpo.  Al día siguiente se ponen de nuevo en camino y cuando llegan a Montferrand el embalsamamiento resulta insuficiente ya que el condestable apesta,  huele cada vez peor: Así que traen un gran caldero en el que hierven al pobre Du Guesclin,  para separar el esqueleto de la carne, y entierran  las partes blandas en la iglesia, entregando el esqueleto al emisario del rey que sigue camino a París. Como los huesos hacen mucho ruido llenan los huecos de la caja con lana, y lo que quedaba del condestable es enterrado en Saint Denis a los pies de la tumba de Carlos V como si fuera su hijo. Por cierto que el rey no tardó mucho tiempo en reunirse con su fiel vasallo, ya que murió tan solo unos días después. Seguro que a él lo embalsamaron mejor.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Les Oliviers du Négus

Laurent Gaudé saltó a la fama al ganar en 2004 el prestigioso premio Goncourt con su novela El sol de los Scorta  Le soleil des Scorta. En ella se narra la vida de tres generaciones de una familia italiana que habiendo nacido en la más absoluta pobreza consiguen abrirse camino en la vida porque se conforman con poco y para ser felices les basta con estar juntos y con que les dé el sol en la cara. La novela emotiva y poética le valió además del premio el ser traducido a más de veinte idiomas. Aquí en España le publica Salamandra y es de esperar que esta colección de relatos que acaba de salir en Francia pronto sea traducida al español. 
Les oliviers de Négus,  los olivos de Negus está formada por cuatro relatos totalmente independientes que tienen como único nexo de unión a la muerte.  Montaigne dice que la mejor manera de perder el miedo a la muerte es acostumbrase a ella, considerarla como lo que es, una consecuencia inevitable de la vida y en estos cuatro relatos el autor nos aproxima a la muerte desde distintos enfoques. El relato que abre el volumen narra el momento en que un hombre conoce la muerte de un anciano al que con el paso de los años y las sucesivas vacaciones acaba cogiendo gran estima. Al principio el narrador no comprende bien el italiano cerrado del anciano, poco a poco la comunicación entre los dos es más fluida y entonces el anciano le cuenta sus desventuras en Etiopía durante la aventura colonial de Mussolini. Pero el verdadero nudo del relato es el proceso y los acontecimientos que desencadena el fallecimiento del anciano en la psique del protagonista.
El segundo de los relatos nos traslada en el tiempo a la caída del imperio romano. Un centurión es destinado a un fuerte en los confines del imperio romano y cuando llega se encuentra que el destacamento al que viene a relevar se ha convertido en una banda de salvajes que poco se diferencian de los salvajes que están al otro lado del muro. Mata al comandante del campo y extrañamente siente como su cuerpo se ve apoderado de una parálisis que como una  gangrena se extiende por su cuerpo como una metáfora de la propia decadencia del imperio y de sí mismo.
En el tercer relato ambientado en la primera guerra mundial no cuenta cómo los campesinos de un pueblo despedazan a un golem que ha creado la propia tierra para defenderse de la continua agresión que supone la guerra. En una bellísima imagen Laurent Gaudé cuenta como la tierra se deja arar y cavar, pero las bombas que caen constantemente sin tregua, impidiendo que sus heridas cicatricen, hacen que esta se revele y cree un monstruo igual de horrible que la propia guerra.
En el cuarto y último relato ambientado en Palermo en los años noventa, el juez Falcone, que fue asesinado por la mafia, rememora transformado en un narrador que conoce el pasado y el futuro, el asesinato de su compañero el juez antimafia Borcellino y narra su propio asesinato en tiempo presente. De nuevo las heridas, en este caso morales, de una tierra, Sicilia, se reflejan con su imagen real más que con una metáfora.
Los cuatro relatos nos presentan a sus protagonistas al borde del abismo. Tal y como podéis leer en la entrevista que sigue, Laurent Gaudé cuenta que contrapone a sus protagonistas a la muerte por estar llenos de vida y huye de lo morboso. Espero que lo disfrutéis.

" La forme de la nouvelle me permet de travailler sur le ciselé"
Dramaturge et romancier, prix Goncourt pour Le soleil des Scorta en 2004, Laurent Gaudé revient avec un recueil de nouvelles. Un vieil homme ayant fait la campagne d’Abyssinie, un centurion romain, un soldat de la première guerre mondiale et un juge anti-mafia : quatre personnages au bord du gouffre se remémorant leur vie. Les mêmes Enfers hantent l’écrivain toujours habité par l’Italie. 
L’écriture de vos nouvelles court sur plusieurs années. Dans quelles circonstances sont-elles nées ?
C’est un travail que j’arrête et reprends, en marge de l’écriture de mes romans. C’est agréable comme une respiration qui permet de m’échapper du reste. Chez moi par miracle, l’idée nait chaque fois avec sa forme. Je sais dès le départ, si je vais écrire un texte court ou long. J'apprécie les nouvelles car elles permettent de plonger en quelques pages à peine dans l'Histoire lointaine, de cristalliser des problématiques. Je me place très modestement du côté de Jorge Luis Borges, ses textes constituent un modèle pour moi.
Dans Les oliviers du Négus, la mort est très présente. Etes-vous pessimiste ou est-ce un sujet littérairement fascinant et riche ?
Cette attirance n’a rien de morbide. Même si mes nouvelles ne sont pas très gaies, elles ne sont pas macabres mais porteuses de vie. Ce qui m’intéresse c’est de montrer des personnages traversés par un souffle, animés par une violence, une présence. D’un point de vue purement littéraire, saisir quelqu’un sur le point de mourir est pratique car on peut lui faire embrasser tout son passé, pour mettre en scène des flash-back c’est le moment idéal.
Dans Je finirai par terre, vous évoquez la guerre de tranchées dans l’Artois, dans Les oliviers du Négus, vous revenez sur les massacres en Abyssinie. Les guerres vous obsèdent-elles ?
Je me sens surtout interpellé par la décolonisation. Sans m’auto flageller car ma génération n’est pas responsable de la colonisation, nos pays ont une dette vis-à-vis de l’Afrique. En réalité dans la première nouvelle, ce n’est pas tant la guerre d’Ethiopie qui est au centre du récit, mais plutôt la juxtaposition de trois temporalités en un seul lieu, les Pouilles. Frédéric II, roi du Royaume des Deux-Siciles, le Négus et le narrateur foulent les mêmes routes, vont sur les mêmes places et entrent dans les mêmes églises à des siècles d’intervalle.
Le Négus s’oppose à la construction de villages de vacances sur la Côte. Ce texte a-t-il une sensibilité écologiste ?
Je n’aime pas le mot car il est trop connoté politiquement. En revanche, oui je me reconnais dans une approche à la Giono : je parle de la vie de la terre. La nature respire et les hommes ont tendance à l’oublier, ils ne la voient que comme un réservoir de ressources, c’est aussi un élément vivant et dommageable.
Dans Le bâtard du bout du monde, vous évoquez la chute de Rome. Qui était Caïus ?
En fait, il ne s’agit pas d’une période précise ni de personnages réels. J’ai parlé de Rome, j’aurais pu écrire Carthage. Je voulais montrer un monde sur le point de disparaître, décrire le rapport entre l’appartenance et l’étrangeté. Au départ le narrateur est un pur produit de Rome, un soldat bardé de certitudes, puis il vacille au contact de ceux que les Romains nommaient les Barbares. Il s’ouvre à ses ennemis et contemple la fin d’une civilisation.
Dans la dernière nouvelle, Tombeau pour Palerme, vous prenez la voix du juge Borcellino, témoin de l’assassinat du juge Falcone, peu de temps avant qu'il ne soit à son tour assassiné. Vouliez-vous leur rendre hommage ?
Oui, ce sont eux les héros de notre temps, pas les bandits. Je me souviens très bien de leur mort, cela a été un coup de semonce. Je me suis rendu en Sicile deux semaines après ces attentats, Palerme était en état de siège. Cette guerre était aussi une crise morale pour les Italiens, cela m’avait beaucoup marqué sans savoir que j’allais un jour écrire sur cet événement.
Pourquoi l’Italie se retrouve si souvent dans vos romans ? Avez-vous des racines italiennes ?
Ma femme a des origines italiennes, j’y vais très souvent depuis des années. Je m’y sens bien, quelque chose m’appelle là-bas, il y a une beauté, une émotion qui me touchent particulièrement et constituent une source permanente d’inspiration. Je connais surtout le Mezzogiorno (le sud).
Formellement, vous optez souvent pour des monologues…
C’est la meilleure manière d’entrer dans un personnage, de le faire parler. C’est aussi une passerelle entre le théâtre et l’épopée. A travers cette voix unique, les mots sont prononcés avec emphase (dans le bon sens du terme), le « je » est inspirant je trouve.
Qu’est-ce qui est le plus jouissif pour un écrivain : s’emparer d’un personnage qui a existé ou inventer ?
J’ai toujours abordé l’Histoire mais j’aime avoir les coudées franches ; si on doit respecter la véracité à la lettre, je me sens prisonnier. Néanmoins, pour Tombeau à Palerme, j’ai fait beaucoup de recherches, je suis imbibée de la réalité puis je m’amuse.

Propos recueillis par Nathalie Six pour le Mag des Espaces culturels Leclerc de mai 2011.

martes, 20 de septiembre de 2011

tous les matins du monde

Todos tenemos una película que nos cambió la vida. La mía sin duda es Todas las mañanas del mundo. Recuerdo que fui a verla al cine con un amigo  que era músico y salimos flotando en una nube de la que no nos queríamos bajar. Tous les matins du monde me descubrió para empezar la música barroca francesa y más en concreto a los dos compositores protagonistas de la película le Sieur de Saint Colombe y su discípulo Marin Marais, me descubrió a Jordi Savall, el estudioso e intérprete de música antigua que está detrás de la recreación musical de la historia y me descubrió a un escritor que luego no siempre me ha gustado pero que sí me ha regalado unos cuantos ratos agradables: Pascal Quignard, el autor de la novela en la que se basa la película.
Cuando pienso en Todas las mañanas del mundo no puedo pensar por separado en sus componentes: música, literatura e imagen. En mi mente forman un todo indisoluble. Sin la música la película tan sólo sería un estudiado y cuidado drama de época pero le faltaría algo esencial. La imagen le debe todo al texto, escueto, parco y a la vez descriptivo y poético. Y la novela de Quignard se complementa con la música grabada enriqueciendo la lectura de tal modo que el placer de los sentidos es total si se escuchan las piezas a la vez que se lee el libro.

Tuve la suerte de conocer a Alain Corneau en el festival de cine francés de Budapest en el año 1998, quizá sea, de los creadores que confluyeron en la película, el que menos huella me ha dejado ya que pese a que me gusta el cine policiaco, (género al que se adscribe prácticamente toda su filmografía), siempre esperé por su parte otra película de época que nunca realizó. De hecho, el mismo dijo que no sabía muy bien cómo acabó haciendo un film tan dispar con el resto de su obra y que paradójicamente es el que más fama y éxito le reportó, amén de 7 premios César.


A Jordi Savall tuve el inmenso placer de escucharle tocar en un pequeño teatro de mi ciudad precisamente la música de Marin Marais. Fue la culminación de un viaje que no ha terminado, ya que siempre acabo volviendo a la música barroca francesa y en concreto a la viola de gamba, el instrumento del que es un virtuoso Savall. Leí una vez que un libro que no te lleve a otro es un libro estéril, en el caso de Savall su música es tan fértil que me ha llevado de la mano a descubrir muchísimos compositores de música antigua. Cualquier disco que escuchéis es un deslumbramiento y un placer asegurado.

A continuación unos videos de la película en los que se interpretan distintas piezas de Saint Colombe y Marin Marais.




Breve sinopsis de la película sin desvelar toda su trama
La historia que cuenta básicamente es la de la búsqueda de la esencia de la música. Más allá del poder que otorga, en este caso ser músico en la corte. Marin Marais, un adolescente al que la voz angelical ha abandonado, acude a aprender a tocar la viola con un afamado intérprete El señor de Saint Colombe. Su hija Madelaine se enamora de Marin Marais y pese a la negativa inicial del maestro de enseñarle, lo acogen en la casa y absorbe las enseñanzas del maestro hasta que cree saberlo todo. Descubierto mientras le escucha a escondidas, Marin Marais es expulsado de la casa y abandona  a Madeleine que nunca se recuperará. Sin embargo sí consigue su objetivo, llegar a ser músico de la corte y director de los músicos del rey. Los años han pasado y Marin Marais es ya viejo, se siente insatisfecho y todavía se sigue preguntando por el sentido de la música. A escondidas y de noche abandona la corte para escuchar tocar a su ancianísimo maestro en una cabaña en su jardín hasta que una noche éste le descubre y le revela el sentido de la música.


No puedo dejar de transcribir el texto de ese encuentro entre el viejo maestro y su ya aventajado discípulo:
 “Monsieur, puis-je vous démander une dernière leçon? Demanda Monsieur Marais en s’animant tout à coup.
-Monsieur, puis-je tenter une première leçon?” rétorqua Monsieur de Sainte Colombe avec une voix sourde.
Monsieur Marais inclina la tête. Monsieur de Sainte Colombe toussa et dit qu’il désirait parler. Il parlait à la saccade.
“Cela est difícil, Monsieur. La musique est simplement là pour parler de ce dont la parole ne peut parler. En ce sens elle n’est pas tout à fait humaine. Alors vous avez découvert qu’elle n’est pour le roi?
-J’ai découvert qu’elle était pour Dieu.
-Et vous vous êtes trompé, car Dieu parle.
-Pour l’oreille?
-Ce don’t je ne peux pas parler n’est pas pour l’oreille, Monsieur.
-Pour l’or?
-Non l’or n’est rien d’audible.
-La gloire?
-Non. Ce ne sont que des noms qui se renomment.
-Le silence?
-Il n’est que le contraire du langage.
-Les musiciens rivaux?
-Non!
-L’amour?
-Non.
-Le regret de l’amour?
-Non.
-L’abandon?
-Non et non.
-Je ne sais plus, Monsieur. Je crois qu’il faut laisser un verre aux morts…
-Aussi brûlez-vous.
-Un petit abreuvoir pour ceux que le langage a désertés. Pour l’ombre des enfants. Pour les coups de marteau des cordonniers. Pour les états qui précèdent l’enfance. Quand on était sans soufflé. Quand on était sans lumière”.
Sur le visage si vieux et si rigide du musician, au bout de quelques instants apparut un sourire…

El siguiente video incluye la escena. El fragmento transcrito comienza en el minuto 7. El texto recitado en francés se complementa con los subtítulos en español.


Tous les matins du monde sons sans retour. Todas las mañanas del mundo son sin posibilidad de regreso. No es cierto, a este mundo delicado formado por la película, el libro y la música se puede regresar una y otra vez.
Que lo disfruten.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Jean-Jacques Goldman

Yo era un tierno adolescente cuando en 1986 una profesora de francés me hizo escuchar mi primera canción de Jean-Jacques Goldman; se titulaba Pas toi. Quería que nos fijáramos en el uso del subjuntivo.  En aquella época no había internet ni era fácil conseguir discos franceses en mi pequeña ciudad de provincias, así que tardé bastante tiempo en conseguir un vinilo y después, durante muchos años, siempre que iba a Francia (y tenía el dinero suficiente), compraba un álbum. Durante muchos años escuché sus canciones con pasión, y me sirvieron para aprender mucho francés. Como es lógico poco a poco mis gustos fueron cambiando, pero he de reconocer que de vez en cuando escucho sus canciones con placer pese a que noto que han envejecido en mi gusto.
Jean-Jacques Goldman acaba de cumplir 60 años y hace diez que desapareció. Se desconocen las razones de su retirada voluntaria. De hecho se especuló con un regreso para celebrar su 60 aniversario pero su discográfica lo desmintió. Su influencia en el pop francés durante tres décadas es indiscutible y la opinión pública le tiene en gran estima por su talento como cantante y compositor y sus acciones humanitarias con Les restos du coeur creados por el cómico Coluche para ayudar a los indigentes.
Quizá alguien no conozca sus canciones y esta entrada se las descubra, merecen la pena. Otros disfrutarán recordándolas.



martes, 13 de septiembre de 2011

Tanguy Viel: Paris-Brest

Tanguy Viel

Os recomiendo esta novela publicada hace ya unos meses por la editorial Acantilado. El texto que sigue es el de la contraportada.
Brest tiene fama de ser la ciudad más fea de Francia; una ciudad de la que uno sueña con huir para instalarse, por ejemplo, en París. Tal como hace Louis, quien, tras cometer un delito, escapa de Brest con cien mil francos en la maleta y vuelve, varios años después, con un manuscrito bajo el brazo: una «novela familiar» de ciento setenta y cinco páginas. En ellas decide ajustar cuentas con el mundo: con su padre, exiliado tras un escándalo financiero en el club de fútbol que dirigía, con su madre, obsesionada por el dinero y las apariencias e incluso con su hermano, incapaz de tomar las riendas de su propia vida. A través del humor y de una ingeniosa mezcla de géneros literarios, París-Brest es también una reflexión sobre los límites de lo verdadero y lo falso. ¿Qué hay de autobiográfico y cuánto de literario? Con un singular dominio del estilo y de la intriga, Tanguy Viel nos seduce con una novela en la que el color negro se mezcla con la sonrisa.
tas de prensa
Algunas reseñas:
"Tanguy Viel ha desnudado algo más que una familia. Ha desnudado una parte de la sociedad francesa de provincias. Una mezcla divertida y ácida de Chabrol y Simenon".
J. Ernesto Ayala-Dip, El Correo
“Mucho humor e ironía transmite esta novela familiar, donde la verdad y la mentira se confunden y que tiene mucho de novela gótica inglesa, al estilo de Cumbres borrascosas, más por el misterio latente con que el autor envuelve la trama, que por el estilo decadente con que es descrito cada uno de los miembros de la familia”.
Cayetano Sánchez, Canarias 7  
“Tanguy Viel es un joven valor, otro, de una literatura francesa que no hace más que crecer con registros diversos y que está renovando la literatura europea”.
Julio Trujillo, Correo Farmacéutico

«París-Brest es una novela de una gran libertad, que toca todos los registros. Una historia para todo el mundo».
Norbert Czarny, La Quinzaine Littéraire

«La agilidad y la soltura son virtudes poco habituales en la literatura y Tanguy Viel las emplea de maravilla, con una inteligencia seductora».
Thierry Clermont, Le Figaro

«Esta admirable novela confirma el talento de Tanguy Viel».
Augustin Trapenard, Elle
Para los francófonos esta interesante entrevista con el autor:

jueves, 8 de septiembre de 2011

Olivia Rúiz

Née à Carcassonne le 1er janvier 1980, elle commence à chanter à l’âge de 12 ans dans La troupe des Médievales qui se produit à Carcassonne. Elle monte son propre groupe de rock, Les five et chante en duo avec son père, Didier Blanc. Son passage à la Star Academy lui permet de se faire connaître mais elle crée rapidement son propre style, mélange de rock, de tango et de sonorités latines. Ses albums J’aime pas l’amour, La femme chocolat, et Miss Météores sont la prevue de son succès.

De origen español nace en Carcassonne el primero de enero de 1980, comienza a cantar a Los 12 años en La troupe des Médievales, de Carcassonne. Funda su propio grupo de Rock, Les five y canta a duo con su padre,  Didier Blanc. Su paso por Star Academy ( la Operación Triunfo francesa), le permite darse a conocer pero crea rápidamente su propio estilo, mezcla de rock, tango y sonoridades latinas. Sus álbumes J’aime pas l’amour, La femme chocolat, y Miss Météores son la prueba de su éxito.
J'traine les pieds
la femme chocolat

martes, 6 de septiembre de 2011

Honoré de Balzac: El Coronel Chabert

La edición francesa de El coronel Chabert, incluye otras tres nouvelles (novelas cortas), las cuatro tienen en común, además de estar escritas en la misma época, una voluntad de denuncia de los estragos de la guerra y la pretensión de cerrar una época, la de la revolución y el imperio napoleónico que se demostraron desastrosas. La edición española más reciente de la editorial de Javier Marías  Reino de Redonda, coincide en la elección de dos de las nouvelles pero difiere en las otras dos. Así que solo voy a reseñar las dos coincidentes.
El Coronel Chabert narra con gran habilidad la historia de un falso resucitado. En la batalla de Eylau, en la que murieron 10.000 franceses en el marco de las campañas napoleónicas, un aguerrido coronel se lanza a la carga con su regimiento de caballería y tras recibir un sablazo que le hiende la cabeza es dado por muerto y enterrado. Tras el horror de verse muerto en vida, consigue salir de la fosa en la que yace abriéndose camino con el brazo de otro cadáver. Durante años intenta regresar a París, es encerrado en un sanatorio donde le dan por loco al decir que él es el héroe de Eylau al que todos dan por muerto. Andrajoso y desfigurado intenta ponerse en contacto con su “viuda” que al darlo por muerto se ha vuelto a casar, ha hecho fortuna, e incluso cobra una pensión concedida por el mismo Napoleón a la viuda de su valiente coronel. Tras largos pesares llega a París y descubre que ningún abogado le cree ni mucho menos quiere aceptar su caso que no es otro que la reclamación de su identidad, su fortuna y en definitiva su vida. Su suerte cambia cuando un leguleyo ambicioso entrevé las riquezas que puede conseguir si su reclamación prospera. No continuaré desvelando el argumento para no estropear la lectura.
La obra se integra dentro de la gran obra de Balzac La comedia Humana y pese a su extensión y a la juventud del autor en el momento de escribirla, no es una obra de juventud sino que es ya una demostración del genio de Balzac. Al margen de la anécdota de la narración, Balzac, como ya he apuntado al inicio del texto, busca deliberadamente pasar página a la Revolución y al imperio de Napoleón como queda patente con el personaje del coronel que pertenece a un pasado que todos quieren enterrar. El coronel presuntamente muerto es doblemente incómodo, por un lado estorba los planes de los vivos que habían creído dejarlo atrás y que no han contado con él para sus planes presentes, por otro recuerda demasiado a la época en la que sirvió fielmente a su señor Napoleón. Todos están interesados en que vuelva a la tumba, es decir al pasado, al mundo de los muertos del que no tendría que haber regresado.

El segundo relato, que tiene título en español, es El verdugo. Mucho más breve que El coronel…, en él Balzac cuenta cómo una guarnición de tropas francesas que han ocupado una plaza durante la guerra de independencia, es atacada durante un baile por los españoles y fracasan en su intento. La represión de los franceses es brutal, pasan por las armas a gran parte de la población y la familia noble que detenta el poder en la ciudad y que es considerada como la instigadora de la revuelta es condenada a muerte. El militar francés que se ha sentido especialmente traicionado, pues creía contar con el afecto de la familia española, consigue que el general francés les conceda a la familia la gracia de morir por la espada en vez de ante el pelotón de fusilamiento y también un regalo envenenado: Perdonará la vida al primogénito…si él mismo ejecuta a sus padres y hermanos…
No es una sorpresa la denuncia de la violencia infligida por los franceses, ya que como he señalado al principio, el nexo de unión de los relatos son las desastrosas consecuencias de la guerra y su inherente violencia. Lo que sí es sorprendente, teniendo en cuenta que el autor es francés, es la denuncia de la violencia infligida por los propios franceses a los españoles y la dignidad con la que son tratados y descritos por Balzac, en la que se puede entrever una asunción de la culpa y de los horrores consecuencia de la locura megalómana de Napoleón.



viernes, 2 de septiembre de 2011

Je crois entendre encore


Georges Bizet
Durante el transcurso de una entrevista le preguntaron a Luciano Pavarotti si él era el mejor tenor del mundo. A esta pregunta tan malintencionada el gran tenor respondió que el mejor tenor de la historia había sido Julián Gayarre. ¿Cómo sabía Pavarotti que Gayarre fue el mejor, si éste murió unos pocos años antes de que aparecieran las primeras grabaciones sonoras? La respuesta del cantante de Módena fue que había testimonios de cómo era la voz de Gayarre, se sabía su tesitura, hasta donde alcanzaban sus agudos etc… y por lo tanto él era el mejor tenor del mundo pese a que ninguno de los presentes le hubiera oído jamás.

Julián Gayarre
 Os preguntareis cual es el nexo de unión entre Gayarre y Je crois entendre encore, esta es  precisamente la aria que cantaba el navarro cuando su voz se quebró para no emitir ya ninguna nota. Cuando no pudo dar el sobreagudo se detuvo y cuentan que dijo “se acabó”.
 De Gayarre llegamos a Alfredo Kraus mediante otro nexo de unión. Gayarre fue interpretado por Alfredo Kraus en la pantalla y hasta su tumba se acercó poco tiempo antes de morir para entregar al ayuntamiento del pueblo de Roncal en el que había nacido el tenor navarro, varios objetos que pertenecieron al cantante y que se pueden contemplar en su casa-museo natal. La elección de la versión de Kraus no es casual. Su voz maravillosa y cristalina es la que nos ha legado la más hermosa versión de esta conmovedora aria de Georges Bizet. Todavía me parece oir…

Memorias de Ultratumba Tomo I

François René Chateaubriand 


Lo peor que nos puede ocurrir es no encontrar nuestro lugar, sentirse dépaysé, como un extranjero. A François René de Chateaubriand le ocurrió por partida doble; hijo de una época se vio envuelto en un mundo que periclitaba y estaba condenado a desaparecer y cuando su tiempo hubo acabado, entonces se dio cuenta de que había vivido demasiado, y nada ni nadie de lo que le importaba existía ya.

Cuando se franquea la entrada de la muralla de Saint-Malo se accede al bullicio y la algarabía mundana de los restaurantes, las tiendas de recuerdos y los artistas callejeros. A la derecha de la puerta se encuentra el hotel France et Chateaubriand y prácticamente al lado, en una modesta casa de cuatro alturas, una placa situada a un par de metros del suelo señala el lugar de nacimiento del hijo predilecto de la ciudad: François René de Chateaubriand.
Este contraste entre el bullicio más mundano y la modesta y discreta casa en una calle poco transitada, es la constante que marcará la vida de Chateaubriand; En su larga vida conocerá la pobreza y casi la miseria pero también la opulencia y el lujo. Disfrutará del poder y las influencias, pero también se verá obligado a emigrar, a exiliarse y a vivir de la caridad de quien le quiso dar alojamiento.

Saint-Malo
Las memorias de Ultratumba recorren el final del siglo XVIII y llegan hasta mediados del XIX y relatan el final de un mundo que deja de existir, el de la nobleza y el antiguo régimen y la llegada de un mundo nuevo en el que, como siempre, las cosas cambian para que todo siga igual. Publicadas en vida del autor, pese a que el quiso que se publicaran póstumamente, de ahí el título de ultratumba, no ha sido hasta el siglo XX cuando se ha podido acceder al texto en las condiciones en las que el autor quiso que se publicara. Originalmente apareció por entregas, con cortes en el texto que lo desvirtuaron y sólo gracias a la edición de Jean-Claude Berchet ha sido posible reintegrar lo expurgado y dar forma al texto como fue concebido por su autor.
El lector que se adentre en las Memorias del padre del romanticismo francés, disfrutará de un fresco histórico rico en detalles y lo más importante, magníficamente escrito, con una prosa elegante y a la vez ligera que lleva sola al lector y le absorbe. Consciente de su elegancia Chateaubriand se permite unos finales de capítulo en los que demuestra su brillantez con una frase lapidaria o un latigazo a sus enemigos. Porque alguien como Chateaubriand los tuvo, quizá involuntarios por haber nacido en una clase social con conciencia de clase y que veía como sus privilegios desaparecían, lo que el autor no deja de denunciar. Acostumbrados como estamos a ver la historia de Francia y la de la Revolución como una lucha contra la opresión y una demanda de libertades, las memorias de ultratumba nos dejarán ver el otro lado, la persecución de los nobles y su exilio en Inglaterra o América.
El primer tomo comienza con el relato de sus orígenes familiares, y como su padre, el tercer hijo de un noble venido a menos, vuelve a hacer fortuna en América y llega a comprar el castillo de Combourg. Relata a continuación las difíciles condiciones de su nacimiento y ya desde ese momento Chateaubriand deja claro el alto concepto que tiene de sí mismo, y que aparece en el texto en repetidas ocasiones, al preguntarse qué hubiera perdido el mundo si hubiera fallecido en ese momento y la posteridad hubiera perdido para siempre la posibilidad de su obra; Chateaubriand es siempre consciente de la perdurabilidad de su contribución a la literatura. A continuación vienen unas bellísimas páginas en las que narra su infancia y adolescencia entre el castillo y el colegio en Dinan, sus correrías con otros chiquillos en Saint-Malo y como poco a poco su indecisión le lleva hacia el ejército. En ellas aparecen todos los tópicos e imágenes del romanticismo (la exaltación ante la naturaleza agreste, las tormentas, la idea del suicidio, el amor idealizado). Se desplaza a París, donde lleva la vida de un segundón de la nobleza al que la ciudad le viene grande por ser un chico tímido y asustadizo, que se ve sobrecogido cuando su hermano le presenta en el palacio de Versailles al mismísimo rey Louis XVI.

Castillo de Combourg
El escenario de la acción se ensombrece y cobra tintes dramáticos cuando llega la Revolución. Los acontecimientos le atropellan junto a toda su familia que es encarcelada de lo que él se libra emigrando a América. Intenta engañarse a sí mismo buscando una finalidad a su viaje que es evidentemente una huída y declara su intención de descubrir una nueva ruta hacia el norte. Pero como queda claro tras su entrevista con el mismísimo Georges Washington, esa pretensión no es más que una quimera. Nuevamente la naturaleza salvaje que descubre durante su viaje hace brillar su prosa mediante la que describe extasiado la ingobernable fuerza de las cataratas del Niágara. La situación dramática en la que se encuentra su familia hace que regrese a Francia y se aliste en la milicia monárquica que pretende salvar al rey. Tras la derrota vuelve a exiliarse a Inglaterra donde recibe la noticia de la ejecución en la guillotina de su hermano y cuñada, así como la del rey. Durante su exilio también le llega la noticia de la muerte de su madre que le impulsa a escribir la obra que le dio fama en su momento El genio del Cristianismo y al final del primer tomo se dan las condiciones para poder regresar a Francia. Evidentemente la historia no termina aquí, consta de otros tres tomos que comentaré en entradas sucesivas.
Para poder leer a Chateaubriand os recomiendo dos posibles ediciones:
En francés la realizada por Jean-Claude Berchet para Le livre de Poche y en español la excelente traducción de José Ramón Monreal para la editorial Acantilado, que sigue el texto establecido por Berchet en la francesa y está precedida de una presentación de Marc Fumaroli.

En las las dos últimas páginas del libro veinticuatro de las Memorias de ultratumba Chateaubriand escribe lo siguiente:
“Al final de cada gran época se oye una voz doliente que se lamenta por el pasado, y que toca el toque de queda: Así gimieron los que vieron desaparecer a Carlomagno, San Luis, Francisco I, Enrique IV y Luis XIV. ¿Qué podría decir yo a mi vez, testigo ocular como soy de dos o tres mundos desaparecidos? Cuando se ha conocido como yo a Washington y a Bonaparte, ¿qué queda por ver detrás del arado del Cincinnatus americano y la tumba de Santa Helena? ¿Por qué he sobrevivido al siglo y a los hombres a los que yo pertenecía según las fechas de mi vida?”
Del bullicio del mundo y su nacimiento en una calle silenciosa a la tumba que las autoridades le permitieron en la isla del Grand Bé a la que sólo se puede acceder a pie con la marea baja. Chateaubriand pidió que en su losa sepulcral no hubiera nada escrito y que tan solo le acompañara el rumor del oleaje, todo lo demás le era indiferente. El silencio es obligado si se visita su tumba con vistas al mar, mejor no molestarle, el último hijo de su siglo duerme bajo la losa.
 

 

Tumba de Chateaubriand en la isla del Grand Bé