Soirée Karaoke au camping |
Mi amiga Ana me acusa, no sin razón, de que los contenidos de este blog pecan de intelectualoides. Por otro lado mi amigo Pedro, todavía con más razón, dice que la única manera de conseguir más seguidores y aumentar el número de entradas sería poner fotos de chicas desnudas. Tampoco le falta razón. Creo que por el momento voy a darle el gusto a Ana (muy a mi pesar) y a darle a este blog un toque más popular. Ana pide insistentemente que hable sobre los karaokes en Francia. Considera que mi cruzada por la difusión de la cultura francesa será en vano si no divulgo el conocimiento adquirido a base de viajar repetidamente a Francia. En esos viajes hemos podido conocer las maravillas de la cultura y la gastronomía a las que somos todos nosotros tan aficionados, pero también hemos tenido encontronazos con ciertos aspectos del país vecino y quizá el más terrible sea, sí admitámoslo, las soirées de los campings.
En el año 2006 viajamos a Perigord. La región (que se merece en desagravio tras este comentario una entrada que hace tiempo tengo en mente), nos acogió con los brazos abiertos y pasamos en ella unas vacaciones fabulosas en las que salvo la climatología todo nos acompañó. Al llegar al camping la señorita de la recepción nos anunció con su mejor sonrisa al ver nuestra nacionalidad que estábamos de suerte, ya que esa misma noche se celebraba la soirée espagnole, es decir la velada temática española. Consistía, como pudimos comprobar, en una paella (léase paela) suponemos que terrible evidentemente no la probamos, y un karaoke en el que se perpetraban todos los clásicos del folclore más horripilante: del Porrompompero al Que viva España pasando por Mi carro. Como mágico fin de fiesta los auténticos Gipsy Kings con su Volare. Para algún señor de Grenoble o Niza en España todavía no se pone el sol y llega nuestro territorio hasta los Apeninos. Nos reímos bastante por no llorar.
Johnny Hallyday |
Pero la experiencia más genuina de hasta dónde llega la pasión gala por los karaokes es sin duda verles cantar enfervorecidos y corear con una sola voz las canciones de Johnny Hallyday. El roquero galo, el equivalente a nuestro Miguel Ríos pero con menos dignidad y un más amplio historial de novias rubias cada vez más jóvenes. El pasado verano Ana no salía de su asombro cuando en un camping descubrió la pasión con la que los veraneantes cantaban sus canciones y las de otros cantantes que pueblan el corazón de nuestros vecinos y desde entonces no hace más que insistirme para que lo cuente. Pues bien Ana, ya tienes tu entrada. Creo que la próxima vez si quiero ganar público tendré que hacerle más caso a Pedro.